Introducción.
Los estudios hoy llamados de género constituyen una de las
innovaciones teóricas y políticas más importantes de la segunda mitad del Siglo
XX. Uno de sus aportes más significativos, en mi concepto, ha sido demostrar
que los factores económicos, políticos afectan de manera diferente a varones y mujeres y, sobre
todo, que el sesgo androcéntrico había conducido a ignorar a la población
femenina asumiendo que sus necesidades eran las mismas que la de los
varones la perspectiva de género
cuestiona los puntos de partida de las ciencias sociales y jurídicas al
demostrar el androcentrismo que las aqueja (Irigaray, 1974)
Los desvíos de
las Mujeres.
Hasta la década de los setenta del siglo XX los estudios
sobre criminalidad se caracterizan por su androcentrismo, es decir,
generalizaban a partir del modelo masculino.
Las escasas investigaciones realizadas
durante el siglo XIX y la mitad del XX
tendían a aplicar teorías biológicas y psicológicas para explicar la
criminalidad femenina y resaltaban el hecho de que en todos los lugares en los
que había estudiado el tema, la participación de los hombres era ampliamente
mayoritaria (Andruccioli,2002: 29). Los juristitas y penalistas ensayaron
diversas interpretaciones de este fenómeno. Así, por ejemplo, Lombroso y
Ferrero vinculan la baja criminalidad femenina a su mayor respeto a la ley y su
innato conservadurismo cuya causa debería buscarse en la inmovilidad del ovulo
comparado con el espermatozoide (Fausto, 1984:70 en Andrucciolli,2002)
Casi todos los estudios sobre la delincuencia femenina
asumían que las conductas atípicas de las
mujeres se debían a su fisiología o a sus instintos.
La criminalidad femenina tendía a ser juzgada con mayor
dureza que la masculina porque se suponía que las mujeres que caían en estas
prácticas iban en contra la naturaleza femenina, eran por tanto criaturas
degradadas (Larrandart, 2000).
Crimen y
Patriarcado
Desde comienzos de los años
70, la posición desigual de la mujer en la criminología, como víctima o
como autora de delitos, pasó a ser objeto de atención por parte de la
criminología.
Temas como la falta de protección de las mujeres dentro del
sistema de justicia penal frente a la violencia masculina, la baja tasa de
incriminación femenina, así como sus formas de criminalidad (aborto e
infanticidio), dejaron de ser marginales e ingresaron al centro del debate
(Baratta en Birgin, 2000:39).
El concepto de patriarcado fue útil para explicar la
experiencia femenina en el sistema judicial y penal, para entender la división
de sexo dentro de la ley, los procesos criminales y la vigilancia policial
(Edwards, 1984).
Por otro lado, la teoría feminista criticó tempranamente el
concepto de patriarcado y la idea de que existe
una subordinación que vincula a toda la población femenina porque supone
que todas las mujeres son iguales y
tienen los mismos intereses (Fraser y Nicholson, 1988). Muchas militantes que
pertenecen a etnias o razas dominadas denunciaron que esta propuesta tendía a
borrar la diversidad cultural.
Esta crítica es particularmente relevante para los estudios
sobre la criminalidad por que existe una estrecha relación entre criminalidad,
encarcelación y diferencias de clase étnicas y raciales, es decir existe correlación
entre tipo y frecuencia de los crímenes y nivel de ingresos, nivel educativo y
adscripción étnico /racial.
Crimen y género.
Las mujeres están sometidas a mayores controles por parte de
sus parejas, padres y pares para mantenerse dentro de los patrones
convencionales. Asimismo, tienen mayor carga de ocupaciones y menos tiempo
libre.
En la década de los 90, los avances en los estudios de género
mostraron que se había tendido a asimilar el género a lo femenino y que este
sesgo estaba produciendo distorsiones tales como la tendencia a tratar
conductas criminales masculinas solo en función de la situaciones y, sobre todo
de poner a los varones en el papel de los agresores o culpables de manera
sistemática
Conductas
delictivas de las mujeres.
La mujer no aparece pues como sujeto sino como objeto, bien
de agresiones o bien de disputa entre varones. Estudios de género intentan
romper con la tendencia a situar a las mujeres como victimas pasivas para
entender cuáles son sus estrategias particulares y sus formas de agencia.
Por un lado, su bajo nivel de educación no les permitía
acceder a trabajos calificados. Por el otro, el mercado de trabajo laboral está
muy segmentado por género. Las mujeres estaban limitadas al servicio domestico,
el mercado informal y unos pocos oficios, todos ellos con una retribución muy
escasa.
Género
y Cultura Policial.
La cultura policial ha sido el blanco de las críticas de las investigaciones con enfoque de género.
Por ejemplo el WPR encontró
que los agentes policiales y judiciales tienden a
aceptar como normal el asesinato, las golpizas
y la violación de la esposa.
El asesinato de
esposos en contraste, fue tratado con
mucha, mayor severidad. En sentido contrario, se ha encontrado que las mujeres
que cometen crímenes son mal vistas, no solo por el delito cometido sino por desviarse de la forma femenina. A
menudo son tratadas con mayor dureza porque no corresponden al estereotipo de
pureza y virtud esperado. A menudo los excesos sexuales de las mujeres
jóvenes son juzgados con rigor y las de
los hombres jóvenes con indulgencia.
Reflexiones
finales.
El debate sobre la relación entre genero y crimen ha
significado un viraje en la manera de entender las conductas criminales y nos
han forzado a tomar conciencia de los patrones de criminalidad, tanto femeninos
como masculinos, muestran particulares y precisan ser tratados desde una
perspectiva de genero. Este debate ha
puesto sobre el tapete temas como la
violencia generalizada contra las mujeres y ha impulsado cambios importantes en
el tratamiento de la misma. Hoy la mayoría de los países han firmado tratados
para combatirla y la percepción.
Referencias bibliográficas
Tabula rasa (2008), la
perspectiva de género y la criminología 97-110 pp, (Fuller,Norma)
Revista de humanidades TABULA RASA obtenido de la red mundial.
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